viernes, 7 de diciembre de 2012

No sé después de cuanto tiempo me desperté, pero era muy extraño: me encontraba  en un cementerio. Parecía todo muy desconcertante, pues si me hubiese vestido para un funeral me acordaría, aunque lo que más me extrañaba era ver a mi prima pequeña sin una sonrisa.



Todo cobró sentido cuando levantaron la tapa del ataúd por última vez, y mi madre dejó caer el anillo que me regalaron cuando nací... Me resultaba una situación tan inquietante que decidí asomarme y para mi sorpresa, me vi a mi miso. De este modo, he comenzado una nueva vida, pero no desde niño, sino desde mi muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario